Consejos de mantenimiento del sistema de calefacción de nuestro vehículo
La llegada del frío con el otoño y las primeras heladas, especialmente en algunas partes de la península, hará que nos acordemos de la calefacción. Descubrir que no funciona correctamente puede ser un contratiempo, puesto que conducir en una situación incómoda puede llegar a ser hasta peligroso. Por ello, dentro de las rutinas de mantenimiento de nuestro vehículo también debemos incluir la revisión de la calefacción del coche. El primer consejo básico es activarlo de manera periódica a lo largo del año, incluso en los meses de verano, para evitar las obturaciones de los conductos. Está comprobado que el desuso es la principal causa de avería de la calefacción en los vehículos.
Pero también hay otros elementos que pueden generar averías. La primera cuestión es conocer dónde se generan estos problemas que, directa o indirectamente, afecta a la calefacción. Son cuatro los elementos más comunes cuyos fallos también afectan a la calefacción. Estamos hablando de la bomba de agua eléctrica, un fallo del termostato, de las electroválvulas o por un taponamiento de algún manguito del agua. Cualquiera de ellas nos dejará sin calefacción en el vehículo.
Como punto de partida, y una vez que somos conscientes de cuales son los puntos calientes de posibles averías que pueden afectar a la calefacción, debemos prestar atención al circuito de refrigeración del motor, donde el líquido refrigerante – conectado por manguitos al radiador – , es esencial. Por lo tanto, saber cuándo hay que renovar el líquido refrigerante es muy importante, indicaciones que cada fabricante establece para cada uno de sus modelos. En cuanto a los maguitos que conducen el líquido refrigerante es mejor que su revisión la realice un profesional de la mecánica en cualquier taller de nuestra red.
Si los niveles de líquido son los correctos debemos tener una cuestión clara: no activar la calefacción nada más poner en marcha el coche. Este sistema se alimenta del calor del motor, así que si se activa cuando ya está caliente evitamos sobreesfuerzos y ganamos eficiencia en el sistema. La calefacción, si se utiliza correctamente, no genera mayores consumos de combustible, en contra de lo que sí ocurre con el aire acondicionado. Además, aprovecha todo su potencial dirigiendo el flujo de aire caliente para que cubra la mayor superficie del coche posible. Se recomienda, en este sentido, redirigir la circulación del aire caliente hacia el parabrisas y a los pies.
Hay que recordar que es importante que la temperatura que nos genere nuestro sistema de calefacción sea la adecuada. Altas temperaturas, por mucho frío que haga en el exterior, no son recomendables para la conducción, puesto que puede aletargar al conductor y restarle concentración. Una temperatura entre los 22 y los 24 grados en el interior es lo más aconsejable. ¡Feliz y calentito viaje!